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Pero cuando los judíos se le opusieron y blasfemaron, él sacudió sus ropas(A) y les dijo: «Su sangre sea sobre sus cabezas(B); yo soy limpio; desde ahora me iré a los gentiles(C)».

Partiendo de allí, se fue a la casa de un hombre llamado Ticio Justo, que adoraba a Dios(D), cuya casa estaba junto a la sinagoga. Crispo(E), el oficial(F) de la sinagoga, creyó en el Señor con toda su casa(G). También muchos de los corintios(H), al oír, creían y eran bautizados.

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